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La Kinesiología: un camino hacia el equilibrio
La Kinesiología permite acceder a un nivel más profundo del bienestar, detectando desequilibrios incluso antes de que se manifiesten como síntomas evidentes, una forma de prevención. Facilita la liberación de tensiones, el alivio de dolores físicos, la regulación del sistema nervioso y el reconocimiento de patrones internos que, muchas veces, actúan de forma inconsciente. Al trabajar con lo que ya está dentro de ti, esta terapia ayuda a activar tus propios recursos y a reconectarte con lo que verdaderamente necesitas para sentirte en equilibrio.
Es parte de la medicina complementaria que combina conocimientos de la medicina tradicional china (MTC)
-mediante el trabajo con meridianos y puntos de acupresión- con fundamentos de la medicina occidental, la psicología, la educación, entre otros.
Desde una mirada integral, la kinesiología entiende a la persona como un todo: cuerpo, mente y emociones están profundamente conectados. Esta perspectiva interdisciplinaria permite no solo aliviar molestias físicas, sino también abordar sus causas más profundas.
Las técnicas kinesiológicas no se limitan a tratar síntomas. Ayudan a restablecer el equilibrio interno, acompañan procesos de sanación y contribuyen a una mejora duradera de la calidad de vida.
Cada tratamiento es personalizado y ofrece un espacio seguro para que puedas reconectar contigo mismo/a, descubrir tus propios recursos y fortalecer tu bienestar. A través de este proceso, se despierta una mayor conciencia del cuerpo, de las emociones y de lo que necesitas para vivir con mayor armonía.
La evaluación muscular: diálogo con el cuerpo
Uno de los elementos centrales de la kinesiología es la evaluación muscular. A través de esta técnica, se observa cómo reacciona el cuerpo frente a distintos estímulos —como pensamientos, emociones, factores de estrés o exigencias físicas—. La respuesta muscular ofrece indicios valiosos sobre si el sistema está en equilibrio o presenta algún tipo de bloqueo o desajuste.
En la práctica, se realiza de manera muy sencilla: por ejemplo, te invito a mantener el brazo extendido mientras aplico una ligera presión. No se trata de medir la fuerza en sí, sino de observar cómo responde el músculo en relación con el tema que estamos explorando. Esta respuesta no se interpreta de forma aislada, sino en el contexto del motivo de consulta y del método terapéutico utilizado.
La evaluación muscular funciona como una biorretroalimentación: una forma de comunicación directa con el cuerpo que nos orienta durante el proceso terapéutico.
A partir de esta información, selecciono las técnicas más adecuadas para ti, adaptadas a tus necesidades y objetivos. Juntos exploramos qué cambios se activan para recuperar el equilibrio, y cómo puedes integrar estos nuevos impulsos en tu vida cotidiana de manera sostenible.
Aplicaciones
Área física
Dolores, tensión muscular
Problemas de postura, coordinación
Intolerancias, alergias
Problemas digestivos, problemas de peso
Problemas menstruales y hormonales, Menopausia
Deporte y rendimiento físico
Área emocional (psicológica)
Estrés, ansiedad
Estados de agotamiento
Cambios de humor, bajones emocionales
Trastornos del sueño, síntomas psicosomáticos
Estrés emocional en general
Área mental
Dificultades de concentración y aprendizaje
Problemas de motivación, disminución del rendimiento.
Deficiencia energética,
recursos bloqueados
Problemas de autoestima, patrones de pensamiento limitantes